En las últimas dos semanas pasé muchos días sin escribir porque sentía que quería vivir mis días al máximo y luego reflexionar sobre ellos, aunque a simple vista parece que no estuve haciendo mucho. Escribir es mi forma favorita de procesar todo lo que pasa en mi vida. Y aunque a veces me siento culpable por no escribir todos los días, estoy aprendiendo a no juzgarme y a darme tiempo y espacio para procesar. Y luego escribir al respecto. Así que aquí estoy, reflexionando sobre mis últimas semanas, estuve en Buenos Aires de vuelta en casa y tengo algunos aprendizajes para compartir.
Este viaje fue uno de mis favoritos que he hecho últimamente. Fue un viaje sanador, de descansar y de disfrutar. De volver a ver a mi familia y a viejos amigos. De re-conectar con mis raíces. De darme permiso de simplemente SER.
Muchas veces he llegado a pensar que para poder descansar necesito llegar a medidas muy extremas: pasar muchos días en algún lugar remoto y lejano, completamente desconectada del mundo, sin conexión a internet, recibiendo masajes en un spa y haciendo rituales fuera de lo común. Es un concepto de “descanso” que tengo en mi mente muy instalado, quizás influenciado por las redes sociales, pero en este viaje me di cuenta que no tengo que llegar a esos extremos para poder descansar. Y digo descansar no solo físicamente, porque resulta que existen varios tipos de descanso, y cuando aprendí esto, me hice mucho más consciente de que a veces no le estaba dando a mi cuerpo el tipo de descanso que necesitaba.
Volver a casa siempre es un descanso para el alma. Salir un ratito de la rutina ayuda a que no se vuelva tan pesada cuando volvemos a ella, y a apreciarla mucho más. Por lo general, pienso que viajar es así, que te saca un ratito de tu zona de comfort para que luego vuelvas a ella recargado. Una vez escribí sobre eso.
Volví a casa con una sensación de paz, con muchísima menos ansiedad, haciendo las cosas más conscientemente y con más calma, y me di cuenta que durante este viaje me di permiso de hacer cosas que no hago durante mi rutina del día a día en casa. Cosas que me hacen feliz. Cosas muy sencillas pero que me recargan. Me ayudan a descansar mejor, a llenar mi tanque. Así que las enumero aquí para que nunca se me olvide, y para hacer lo posible de incluirlas en mi vida, siempre. No solo cuando viajo.
Recargar el tanque de amor y amistad. Vivo lejos de mi familia, y al haberme mudado muchas veces, también he dejado atrás amistades en diferentes ciudades. En este viaje volví a ver a mis padres, que son tan importantes en mi vida y tenía más de un año sin ver. También volví a ver a viejos amigos, y me sorprendí gratamente al ver que fue como si no hubiera pasado el tiempo. Me desconecté del celular por horas. Compartí comidas, cafecitos y vinitos con personas que amo mientras hablábamos, nos reíamos y recordábamos cosas de la vida. Cuando paso mucho tiempo sin verlos, mi “tanque” se va vaciando. Los viajes son una de mis formas favoritas de recargarlo.
Tiempo para no hacer nada. Me encanta ser freelance porque puedo manejar mi tiempo, y muchas veces me puedo llevar mi trabajo a cualquier lugar del mundo. Las semanas antes de irme trabajé muy intensamente (hago contenido para marcas en redes sociales) para poder dejar todo el contenido listo y poder irme tranquila. Si, significó mucho esfuerzo de mi parte, e incluso durante mis primeros días estuve varias horas en la computadora, pero los días siguientes pude descansar. Trabajar alrededor de una hora al día e igual cumplir con todo. Me dejé mucho tiempo para no hacer nada, que en ese momento era lo que más necesitaba. Cuando estoy en mi rutina siento una necesidad más grande que yo de ser productiva y siempre estar haciendo cosas. En este viaje me relajé, me senté en el sofá durante horas a ver partidos de fútbol y tenis con mi papá, leí muchas novelas, me quedé conversando en sobremesa durante mucho tiempo. Disfruté del ocio. Qué necesario es de vez en cuando.
Dormir sin alarma y hasta que mi cuerpo me lo pida. Dormir es una parte muy importante en mi vida. Necesito dormir todos los días 9 horas para poder funcionar bien. Y durante este viaje dormí muchísimo. No sé si fue la mezcla de frío y oscuridad del invierno, lo calentita y deliciosa que estaba mi cama de toda la vida, o la tranquilidad de estar en casa, pero dormí todos los días como bebé. Me despertaba sin alarma y con el cuerpo y la mente bien descansados. No miré el celular antes ni después de dormir y fueron unas vacaciones para mi cerebro.
Comer mis comidas favoritas sin sentirme culpable. Aparte de dormir, en este viaje disfruté mucho comer. En mi rutina diaria cuido mucho lo que como, trato de no consumir azúcar, incluyo muchos vegetales en mis comidas, no tomo cafeína con el estómago vacío, y tengo muchas reglas que me auto-impongo para sentirme bien. En este viaje me di permiso de comer lo que se me antoje sin sentirme culpable. Desayuné medialunas con café casi todos los días. Comí helado de dulce de leche en las noches. Salí a comer a muchísimos restaurantes y cafeterías que extrañaba mucho de la ciudad. Disfruté de comer en casa la comida de mi mamá (que es la más espectacular del mundo). Todos los ratos que coincidí con personas amadas estuvieron acompañados de comidas deliciosas, de esas que nutren el corazón más que el cuerpo. Y no me siento culpable al respecto. Me di permiso para romper todas mis reglas y volver a mi alimentación habitual cuando vuelva a mi rutina.
Wander. Esta es una de mis palabras favoritas en inglés, y aunque en español siento que no hay una traducción precisa, la definición prácticamente es “pasear, deambular, caminar sin rumbo, de forma casual y placentera”. Algo que no suelo hacer mucho donde vivo, porque no es una ciudad hecha para caminar, pero Buenos Aires si lo es, así que aproveché cada día para simplemente salir a pasear por el parque o por mi barrio, recorriendo las cafeterías y entrando a las tiendas que me llamen la atención (por lo general librerías). Caminar sin rumbo específico, solo por el simple hecho de hacerlo. Aunque hacía un poco de frío, fui con la misión de abrigarme bien para poder disfrutar mi caminata diaria. No por nada Julia Cameron habla de los ‘paseos’ como momentos necesarios para la creatividad en la vida de todo artista.
Tiempo para soñar e historias para contar. Mi mamá es una gran contadora de historias. Siempre le he dicho que debería dedicarse a escribirlas todas. Una de mis partes favoritas de este viaje fue sentarme a hablar con ella por horas y horas (aunque lo hacemos bastante por Facetime, es más especial compartiendo un cafecito). Hace poco mi mamá encontró un tesoro: una serie de cartas, postales y recuerdos escritos por mis abuelos durante su relación a distancia antes de casarse, ella en Madrid y él en Venezuela. Leer cada carta ha sido fascinante, y complementarlas con fotos y los relatos de mi mamá, que están llenos de detalles, ha sido mágico. Es una historia que merece ser contada. He llegado a soñar con escribir una novela y convertirla en serie de Netflix porque así de fascinante es la historia de mis abuelos maternos. Me traje la pila de cartas para darle forma a mi sueño y empezar a trabajar en él. Este año perdí a mi última abuelita que me quedaba viva y he estado pensando mucho en cómo las historias de mis abuelos me afectan a mi, y han sido clave en crear mi propia historia. Así que estoy emocionada por empezar con esta.
¿Qué pasa si las cosas que me hacen feliz son así de sencillas?
Y hablando con mi psicóloga, llegamos a la conclusión de que lo que me hace feliz es mi foco. No había vuelto a Buenos Aires en más de dos años y me prometí no dejar pasar tanto tiempo antes de volver. Me quedo con esto: si disfrutar de las pequeñas cosas es algo que me hace tan feliz, ¿por qué no hacerlo más?
Con amor,
Adri
Tal cuál. La felicidad también está en las cosas más sencillas que incluso se puede implementar algunas de forma diaria, para darle algo distinto a nuestra rutina. Ahora que vivo en una ciudad estoy experimentando de seguido el salir a caminar sin rumbo, es tremendo como la mente comienza divagar por ello. Como así también un "preámbulo" que le llamo, muy similar a lo que comentas! Excelente aporte
Que hermoso que hayas podido reconectarse contigo, tu familia y tu lugar. La magia de volver al hogar que recarga de todo lo que necesitamos ❤️🩹