Empecé el día distraída. Me faltaron un par de horas más de sueño, porque suelo dormir 9 horas y anoche dormí 7; me quedé trabajando hasta tarde en mi cama y terminando algunos pendientes. Mis últimos sueños antes de levantarme fueron una especie de pesadillas en donde repetía una y otra vez lo que estaba haciendo en la computadora, que en este caso eran diseños de posts en Canva. Eso me suele pasar cuando me quedo hasta tarde trabajando, algo que dije que no iba a hacer más, pero que estoy feliz de haberlo hecho porque POR FIN pude terminar un pendiente de esta semana.
Últimamente he estado atrapada en un loop de frustración, donde las tareas sencillas se sienten muy pesadas y me cuesta mucho terminarlas. Llevo algunas semanas sintiéndome incomprendida por mí misma. Yo suelo ser mi jefa más exigente.
La verdad, soy muy dura conmigo con respecto al manejo del tiempo, la desorganización y el multitasking. Siempre me he definido como una multitasker por naturaleza y cada vez me agobia más. Cada vez soy menos “productiva” cuando intento hacer muchas cosas a la vez. Y cada vez me exijo más. Cada vez me doy más cuenta de que no puedo enfocarme en todo porque no termino nada.
¿Cómo bajarle a la autoexigencia cuando tú misma no cumples con tus propias expectativas?
Me pongo metas muy altas y difíciles de conseguir para mi cerebro -autoproclamado- neurodivergente. Quizás si suelto un poco las expectativas me puedo sentir más libre. Más feliz. No sentir que me decepciono con cada cosa que hago -o no hago-. Trato de crearme rutinas para ser más “organizada”, pero cumplirlas es un esfuerzo tan grande que me deja sin energía para el resto de mi trabajo creativo.
He encontrado que para poder concentrarme en algo (y terminarlo) tienen que darse las condiciones óptimas. Sino me cuesta. Y eso es lo que muchas personas no entienden. Me dicen “pero concéntrate un rato y ya”. Como si fuera tan fácil.
El mejor ejemplo que se me viene a la cabeza es el de trabajar en la playa. Seamos honestos: cuando voy a la playa lo último que quiero hacer es trabajar. De hecho, se me ocurren un millón de cosas más interesantes que hacer, como meterme al mar, caminar por la arena, recoger caracoles, jugar beach tennis, comer, tomar fotos, leer un libro, incluso quedarme acostada tomando sol. La playa es un lugar especial para mi porque, por un lado me relaja y me recarga, pero por otro lado me estimula demasiado. Me da ganas de hacer mil cosas. Me llena de energía. Con tanta sobre-estimulación de mis sentidos:
Escuchar el mar
Ver el paisaje
Sentir la arena y el calor
Oler el protector solar
Saborear lo saladito del agua
La playa es un lugar que estimula TODOS mis sentidos. Y definitivamente se me hace muy difícil trabajar con todos mis sentidos estimulados. De hecho, mientras menos estimulación tenga, mejor. Por eso mi entorno perfecto para trabajar usualmente es mi cama: suave y cómoda, ninguna silla dura que me moleste, una lamparita de noche es suficiente (nada de luces fuertes), con el sonido del aire acondicionado, ningún olor fuerte (máximo un aceite de lavanda), para que al estimular fuerte un solo sentido, que en este caso sería la vista, se conecte directo con mi energía creativa. Ahí mi cerebro se siente seguro. Es un canal directo con mi creatividad. Así “le doy permiso” a mi mente para que trabaje y lo hace. Se concentra. Termina proyectos que en otras circunstancias siente que no puede terminar. Y así, vamos mi mente y yo derribando juntas los obstáculos de las distracciones, que son como las cáscaras de banana que se aparecen en Mario Kart.
Mi mente y yo. Cuando nos unimos, somos un gran equipo. Somos invencibles.
Brillantes.
Creativas.
Atamos cabos y unimos puntos.
Creamos cosas.
Así funciona mi creatividad. Mi va en negritas porque sé que no para todo el mundo es así. Hay personas que aman una oficina. Para mi, es sobre-estimulación. No podría trabajar en un lugar con las luces muy brillantes, el aire acondicionado muy fuerte y muchas personas alrededor haciendo ruido.
Qué importante es reconocer y respetar eso. Ponerlo en palabras. Dejar de sentirme culpable por hacer las cosas a mi manera. Después de todo, por eso elegí este camino de ser freelancer.
No quiero consejos de lo que “debería” hacer para ser más organizada o más productiva. Ya he visto que los “debería” no me funcionan. Lo que sí quiero es aprender a hacer las cosas a mi ritmo, quizás a ser más compasiva conmigo y aprender a aceptar algunos rasgos de mi personalidad y de mi modo de trabajar.
Buscar las condiciones óptimas para tener una explosión creativa, sin llegar al burn-out y al extremo de frustración que mata mi creatividad. Descansar antes de necesitarlo. Cuidar de mi cuerpo, porque un cuerpo sano piensa mejor.
No sentir culpa por “trabajar” diferente a los demás.
Quizás la aceptación también es una forma de libertad. Y el primer paso está en aceptar cómo soy y cómo funciona mi mente.
-Reflexiones de una semana pesada, confusa, y de trabajar todos los días en aceptarme, cada vez un poquito más. Cuéntame si trabajas en creatividad, y te pasa algo parecido, para no sentir que soy la única :)
Con amor,
Adri
Hola bella! Para mí la cama también es un lugar ideal para trabajar. Al principio me sentía culpable por usarla para ello, debería ser solo para dormir, pero leí que no sé cuál escritor escribía también en la cama y me quedé mucho más tranquila jajaja. En fin, hay que ser muy consciente de lo que a ti te va bien, escucharte, respetarte. Leer sobre los hábitos de otros puede inspirar o hacer que nos planteemos cosas, pero al final lo que cuenta es lo que a ti te funciona ahora, que puede que sea diferente en un tiempo. Un abrazo! M.
Que importante el conocernos e ir observando y aceptando lo que de verdad nos funciona.
En mi caso me identifico cuando dices que hay ocasiones en Las que tareas simples se vuelven complejas e interminables. También soy multitasking; me aburre estar durante mucho tiempo haciendo lo mismo y mi cerebro busca siempre hacer varias cosas a la vez; pero por otro lado me distraigo tanto que baja la “productividad”.
Así que cuando necesito concentración, a diferencia del ti, necesito estímulos; por ejemplo en los lugares que mejor me concentro es en una cafetería; hay suficiente ruido como para que mi cerebro tenga el estímulo que necesita y no busque hacer otras cosas. Sin embargo, son ruidos que no me interrumpen porque no van conmigo. Así que hacen el tándem perfecto.
Con respecto a la playa 🏝️ me pasa lo que a ti. Hay mucha tentación de cosas que se puede estar haciendo más estimulantes que trabajar y jamás he podido; a parte ordenador + arena no lo veo buena combinación; mejor un libro.