Hay cosas que me gusta hacer sola, sin que nadie me apure, me juzgue, ni me moleste. Ir a una librería y perderme entre libros es una de ellas.
Cuando vivía en Buenos Aires, recorría todas las librerías de la ciudad y me dedicaba a caminar por todos los pasillos, mirando detenidamente todos los libros que me llamaban la atención, anotando cuáles me quería leer y tomando fotos a las portadas que me encantaban. Siempre me quedaba más tiempo en los pasillos de crecimiento personal, bienestar, y negocios en general. Recuerdo que mi librería favorita para hacer esto en Buenos Aires era el Ateneo, un teatro restaurado y convertido en librería, de cuatro pisos, la librería más grande que he visto, con un escenario y una cafetería al fondo. Entrar ahí era simplemente espectacular. Cuando estudiaba periodismo y tomaba el colectivo #59 para regresar de la universidad a mi casa, a veces paraba en el camino a un par de cuadras del Ateneo e iba con la excusa de “buscar libros que me pedían en clases”. Era mentira. Iba porque me encantaba estar ahí, con el plus de que salía con un par de libros instructivos que impresionaban a los profesores. Siempre me encantó la cultura argentina de leer libros hasta en el subte, de ir a las librerías a tomarse un café mientras tomas prestado un libro del estante (motivo por el cuál muchas librerías allá también son cafeterías). Pero cuando no podía ir al Ateneo, me conformaba con la librería en la esquina de mi casa, o realmente, cualquier otra. El lugar no importaba tanto como el contenido.
Librería el Ateneo en Buenos Aires. Foto por mi :)
Visitar librerías es tener una cita conmigo misma. Adelantando unos años después, me mudé a Guayaquil, una ciudad en donde mucho no se lee, o por lo menos da la sensación de que es así. Quizás porque aquí uno no anda por las calles, y no se ve a la gente haciéndolo, pero tampoco nunca encontré la oportunidad de visitar una librería aquí. Solo me parece haber visto una en un centro comercial donde a veces voy, pero sin haber entrado nunca, abandoné mi costumbre, me compré un iPad y me dediqué a leer libros virtuales. Que por cierto, muchas horas en mi día también me las paso en las “librerías virtuales” de Amazon y Apple Books, buscando siempre nuevos títulos para añadir a mi colección.
Pero hoy pasó algo. Hoy tuve una cita conmigo misma. Hoy fui a un mall a donde nunca suelo ir, sola, y sin nada más que hacer. Hice lo que tenía que hacer, y al salir de la primera tienda, mis pies solitos empezaron a andar en dirección de la librería. Sabía que estaba ahí por algún lado, así que la empecé a buscar, y la encontré. Entré y me sorprendió el tamaño: dos pisos llenos de bibliotecas. Me fui directo a la sección de bienestar y empecé a recorrer con la mirada todos los estantes, sacando los libros que me llamaban la atención y anotando los nombres. También vi muchos títulos que ya he leído en estos últimos años, y me entraron unas ganas irresistibles de volver a leerlos. Cuando tengo un libro en mis manos lo abro, toco la textura de sus páginas, lo huelo y lo examino por todos lados. Quizás son características de mi personalidad Altamente Sensible, pero realmente nada me da más satisfacción que el olor de un libro nuevo. Así que este rato fue de pura conexión con mis sentidos. Me prometí a mí misma que solamente me iba a comprar uno, y como soy indecisa, recorrí los pasillos una y otra vez, pasando también por la literatura latinoamericana, salud, empresariales y novelas. Quería todos pero a la vez no quería ninguno. ¿Será decision-fatigue? Tal vez. Pero yo prefiero llamarlo intuición. Seguí caminando hacia una sección que me llamó la atención porque sólo decía MANDALAS. Naturalmente, me acerqué, ya que yo misma tengo una conexión con las mandalas al haber auto-publicado mi propio libro. “Quisiera algún día ver mi libro entre estos estantes”, pensaba mientras fijaba mis ojos en todas las opciones. Pero lo más increíble de esta historia, es que al lado del estante de mandalas, había un estante llamado “Bellas Artes”. Me acerqué porque no tenía ni idea qué tipo de contenido podría encontrar ahí. Solo me dejé llevar por mi curiosidad.
Y ahí lo vi: El camino de la escritura. Es la parte 2 del Camino del Artista, un libro de Julia Cameron que en realidad es un programa de 6 semanas para explorar tu creatividad. Este libro lo leí hace un par de años y cambió mi vida para bien. Una de las actividades más famosas del Camino del Artista son las “Páginas Matutinas”, un ejercicio que propone la autora que consiste en escribir mínimo 3 páginas en un journal cada mañana, tipo stream-of-consciousness, y que sea lo primero que hagas en la mañana antes de hablar con alguien o ver el celular. Estas sesiones de escritura no tienen que ser estructuradas. Tienes la libertad de escribir cualquier cosa que se te venga a la cabeza.
Lo empecé a hacer el año pasado y ha cambiado mi vida. Ya hablé en otro post de cómo hacer journaling me ha ayudado en muchos aspectos de mi salud mental, y en realidad empecé a hacerlo gracias a este libro. Escribir todas las mañanas a mano me ha reconectado con la escritura, a tal punto que gracias a eso he empezado este newsletter y he decidido dejar de posponer el sueño que he tenido toda mi vida: escribir un libro. Escribir ha cambiado mi vida y mi salud mental.
Así que cuando vi que la autora sacó la segunda parte de este libro, y uno más específico aún y enfocado en la escritura, supe inmediatamente que ese era el libro que me tenía que llevar a casa. Todo esto pasó muy rápido y en ese mismo instante el chico de la tienda se acercó a preguntarme si necesitaba ayuda, y con toda seguridad le dije “Me llevo este libro, ¿Cuánto cuesta?”. Me respondió que costaba $14 y que recién acababa de llegar. Reafirmé así que había encontrado lo que sin saber estaba buscando, pagué y me fui, con la ilusión de empezar este nuevo programa de 6 semanas 100% enfocado y dirigido hacia lo que quiero hacer (escribir).
Cuando llegué a casa, me encontré con un paquete muy especial, más por el timing que por otra cosa, un journal nuevo con la palabra MAGIA en la portada.
Y es que eso siento que fue. Magia. La magia de las coincidencias, la magia de la intuición, la magia de tomarme un rato para mi y animarme a tener una cita conmigo. La magia de honrar mis pasiones y de ponerles siempre un lugar y una prioridad en mi vida.
Con amor,
-AP
Adri, me recomiendas este libro? AMÉ el camino del artista y ahora estoy más interesada en leer sobre Access consciousness o The Creative Act - de Rick Rubin. Pero me fio de tu consejo...Gracias!
Siempre te gusto la lectura y no tenia por que ser menos ahora. Es uno de eso hábitos que no se debe dejar apagar. La lectura llena, satisface ... educa. Un buen libro siempre sera un buen acompañante