Hace rato que no le hacía una limpieza profunda a mi alma. Soy una de esas personas que va acumulando y acumulando sentimientos. De pequeña tuve una psicóloga que me explicaba con la siguiente analogía: me dibujó un tacho de basura y decía que muchas veces permitimos que otras personas tiren su “basura” en nuestra papelera. Llega un momento que de recibir tanta basura, se desborda, y no tiene por donde salir, y explota. Recuerdo que con esto se refería a esa rabia acumulada que solía guardarme para mi, y en algún momento explotaba y dejaba todo salir. Creo que por lo general muchas personas tendemos a hacer esto, unas más que otras. Acumulamos sentimientos no tan buenos, frustraciones, rabias y tristezas, en nuestra papelera mental, hasta que ya no podemos controlarlo y salen disparadas, a veces llenando de basura todo a nuestro alrededor.
Siempre he tenido esta analogía muy presente en mi vida, y tengo mucho cuidado de no ir acumulando frustraciones, sin embargo, debido a que soy humana, no he sido muy buena en esto. Pero lo importante es darse cuenta (como dice mi psicóloga actual). Y darse cuenta es el primer paso.
Hoy descubrí una herramienta alucinante, y quizás inesperada, para hacer limpieza mental. Me sorprendió que en cuestión de segundos, después de un momento de crisis, pude seguir con mi día en lugar de quedarme enfrascada en mi frustración.
Perdonar. Es difícil pero es una de las formas más efectivas para sacar las raíces de amargura de nuestro jardín mental. Perdonar es abundancia, es amor, es un acto divino. Tanto así, que es uno de los mandamientos que nos dejó Dios en la tierra.
Perdonar cambia tu perspectiva y tu estado de ánimo en un abrir y cerrar de ojos. Me pasó hoy. Nunca lo había pensado, y justo ayer escuché un podcast con diferentes ejercicios de journaling y uno de ellos era escribir cartas perdonando a las personas, situaciones, e incluso lugares que te han hecho daño.
Y como siempre después de una gran lección viene la prueba, hoy tuve la oportunidad perfecta para hacerlo. Escribí 3 páginas de cartas perdonando y pidiendo perdón, mientras mis lágrimas caían en el papel y corrían un poco la tinta.
Debo confesar que al principio tuve mucha resistencia para hacerlo. Tomó todas mis fuerzas escribir “te perdono”, por muy trillado que suene. Pero lo que sentí después no tiene comparación: sentí como esa amargura que tenía meses acumulando simplemente desapareció. Por completo. Sin dejar rastro. Y en su lugar me sentí tranquila, segura, llena de amor. Pude seguir con mi día. Pude acortar la brecha entre el momento que detonó mi crisis y el momento que estuve lista para superarlo.
Después de que me pasó esto me prometí a mí misma escribir este post para compartirlo, porque quizás ni te imaginas lo que perdonar puede hacer por tu salud mental. Por eso hoy te animo a que lo hagas. No necesariamente tiene que haber pasado algo grave. Como mencioné anteriormente, puedes hacerlo incluso con lugares, situaciones del pasado o personas que en algún momento te hayan hecho daño y sientes que tienes la raíz de esa amargura instalada en tu alma. Y si lo haces escrito, mejor. Creo firmemente que escribir sana, y que las palabras escritas tienen mucha más trascendencia en nuestra vida y en nuestra historia. Por eso escribir es tan importante para mi.
Perdonar es hacerle mantenimiento, actualización de software y limpieza profunda a nuestra mente y a nuestro corazón. Es quitar el monte y las malezas de raíz. Perdonar es un abrazo al alma, y es el acto de amor más grande que puedes regalarte. Porque cuando perdonamos a alguien, no se trata tanto del otro como de uno mismo. Perdonando al otro, te liberas a ti.
Últimamente las papeleras de la gente deben estar muy llenas…Porque se nota en las personas la falta de perdón! Gracias por la reflexión! Muy buena ❤️
Definitivamente sí. Es como resetear la Pc o limpiar el closet de esa ropa que hace tiempo no te pones o limpiar el depósito de cachivaches... Excelente como siempre!!