Para nadie es un secreto que me encanta leer. Desde pequeña devoraba novelas enteras en cuestión de días, y convencía a mi mamá que me compre todas las series de libros juveniles que encontraba en la librería. Conforme fui creciendo, empecé a explorar otros géneros: ya no solo leía novelas de ficción sino que empecé a leer libros relacionados con mi profesión, la comunicación, historias de periodistas, y algo de crecimiento personal. Con el tiempo, y desde que soy freelancer, he incorporado docenas de libros de negocios y de self-help a mi biblioteca. De alguna forma leer estos libros me hacía sentir más productiva, siempre con mis resaltadores a la mano y subrayando frases para guardar en mis notas para siempre. Poco a poco fui dejando de lado mis novelas, porque descubrí tanta información valiosa en mis nuevos géneros favoritos, que sentía que un simple libro de ficción era perder el tiempo. ¿Para qué me iba a meter tanto tiempo en una historia fantástica cuando podría estar aprendiendo algo nuevo y aplicándolo en mi vida?
Con la llegada de la pandemia, me compré un iPad y cambié mis lecturas de físicas a digitales. Me pasaba horas visitando las bibliotecas virtuales de Apple Books y eligiendo mis próximos libros para leer. No me permitía empezar uno nuevo hasta terminar el que estaba leyendo. Y llegó el momento que me bloqueé. En ningún momento dejé de leer, pero ya no lo estaba disfrutando como antes. Me quedaba dormida tratando de entender párrafos científicos demasiado elaborados, o me aburría de la misma historia que suelen repetir los libros de auto-ayuda. Pocos eran los que me mantenían entretenida por horas, como cuando era más pequeña.
Ya no lo estaba disfrutando.
Y es normal que en la vida tengamos ciclos y temporadas para hacer cosas. Pero a veces nos auto saboteamos, y le quitamos un poquito de alegría a nuestras vidas en nombre de la productividad. Mis lecturas iban a paso lento, no lograba engancharme con ninguna. Además con tantas distracciones, me resultaba difícil y pesado. Me imponía leer antes de dormir el mismo libro una y otra vez y no lograba terminarlo. Luchaba con el sueño y se me cerraban los ojos mientras me sentía frustrada por no poder terminar (mis rasgos de autoexigencia me trajeron hasta acá).
El día que todo cambió, fue cuando decidí darme permiso. Descubrí que una amiga es una ávida lectora de novelas y me empezó a contar de unos libros maravillosos que se había leído ese mes. Me prestó dos de esas novelas y me propuse leerlas. “No sé si las lea, pero lo intentaré”, le dije antes de despedirme, y me fui a mi casa con el nuevo reto de volver a leer una novela.
Ese mismo día, comencé a leerla y no pude parar en un par de horas. Cuando vi, ya iba por la mitad. Me sorprendí y me emocioné porque sentía que mi amor por la lectura había vuelto. Quizás nunca se fue, quizás solo estaba leyendo los libros equivocados. Terminé la novela en cuestión de días y seguí leyendo, una tras otra. Pero habían días que necesitaba leer de otros temas también.
Me di permiso. Me di permiso de leer varios libros a la vez. De no obligarme a terminar uno para empezar otro. De dejar de leer los que ya no me llamaban la atención. De leer un día uno de auto-ayuda, otro día otro de negocios, y al día siguiente una novela, y no juzgarme por eso.
Me di cuenta que me estaba juzgando a mí misma por no poder concentrarme, por no ser lo suficientemente seria si solo leo novelas, por no sentirme productiva. Y nada de eso era cierto, todo estaba en mi cabeza.
Leer es uno de los regalos más grandes, y a veces me pongo a pensar qué afortunados somos de poder meternos en la cabeza de un autor durante unas horas y salir llenos de conocimiento, inspirados, o incluso distraernos de nuestra realidad, en el buen sentido.
Mi mente neuro-divergente es así (hasta con la lectura): no me gusta restringirme a hacer (o a leer) solo una cosa. Me siento libre cuando me doy el permiso de leer lo que quiera en ese momento. Y al investigar más sobre el tema, me sentí comprendida. A veces siento que estoy trabajando en muchos proyectos a la vez, y muchas veces me han dicho que “el que mucho abarca poco aprieta”, pero poniendo el ejemplo de la lectura, cuando me di permiso de leer varios libros a la vez, y de leer libros solo por placer, empecé a leer más. Igualmente cuando me doy permiso de trabajar en múltiples proyectos a la vez, de acuerdo a lo que vaya sintiendo cada semana, cada mes o cada temporada, he procrastinado menos y he logrado terminar más proyectos que cuando me mantenía enfocada solo en uno.
Cada persona es diferente y uno debe encontrar lo que le funciona a uno.
Vengo hoy con la intención de animarte a leer más, sobretodo si te cuesta concentrarte, con estos tips que me han ayudado a mi:
Date permiso de leer lo que quieras leer, sin esperar nada a cambio. No serás que el que lee ficción por leer un libro de negocios.
No termines un libro si no te gusta o lo sientes muy forzado. Suelta. A veces solo hay que dejar ir.
¡Si puedes leer varios libros a la misma vez! Nunca nadie me lo dijo, y se siente bien escribirlo y decirlo en voz alta. Darse permiso es el primer paso.
Haz un ritual de ir a la librería cada mes a comprar libros que te inspiren. Una cita contigo mismo siempre refresca el alma.
Si lees digitalmente, el app de Apple books tiene unos incentivos muy buenos, donde ajustas tu meta de libros por año y tu meta de minutos de lectura por día. ¡Yo ya superé mi meta del año! Llevo 12 libros (digitales) leídos este mes, más los físicos que el app no contabiliza. Se siente bien cumplir metas.
Si estás leyendo algo interesante ahora mismo, déjamelo en los comentarios para chequearlo. O si tienes algún libro que te encante, sobre cualquier tema, también me gustaría saber cuál es.
Espero que termines el 2023 pensando menos y leyendo más.
-A
Thomas à Kempis, un pensador del siglo XV, escribió que "deberíamos leer libros sencillos con la misma voluntad que aquellos que son elevados y profundos. Que la autoridad del autor no se interponga en el camino, sea de poca o gran erudición; dejar que el amor por la verdad simple te lleve a leer. No preguntes quién pudo haber dicho algo, sino considera lo que se dice."
La lectura es un hábito que muta y debemos reconocer y aceptar esa fluidez.
Gracias por compartir, Caro :)